EL FASTASMA SADEANO Y EL DESEO DEL ANALISTA
¿Cómo se explica el particular interés de Lacan por la obra del marqués de Sade? Hubo, evidentemente, algo más que tomar en cuenta el “aporte” que esos textos podrían proporcionar para el estudio de la perversión: el interés por precisar con el mayor rigor posible la función del psicoanalista en tanto esta implica cierta operación sobre el goce.
Si el psicoanalista sólo puede existir como tal por la queja de alguien que sufre, queja de la cual es el receptor, algo lo distingue de otros que también escuchan algún tipo de queja: el médico, el abogado, el sacerdote. A diferencia de estos él no está para ratificarle que efectivamente sufre ni para reconfortar a aquel que se queja.
Esta actitud de apatía del psicoanalista lleva al sujeto que sufre a plantearse si eso que hace que el psicoanalista se posicione de esa manera no es la búsqueda de algún tipo de goce.
Existe, en efecto, cierta “insensibilidad” del analista quien, ante el sufrimiento del sujeto, no está para aliviarlo, hacerlo cesar o reparar la injusticia que se denuncia. Tampoco para dar a ese sufrimiento algún sentido de salvación ni, menos aún, para “sufrir con” aquel que le habla. Hay pues un cierto des-precio del sufrimiento: el analista no le da a este el mismo valor que parece darle el sujeto sufriente porque considera que el valor que fundamentalmente lo califica es el de goce.
Aquí es donde puede aparecer cierta analogía entre la posición del analista y la del verdugo sadiano a quien no es el sufrimiento de su víctima lo que le interesa sino la división subjetiva que puede surgir de él: tanto el verdugo sadeano como el psicoanalista buscan extraer del sujeto patológico un sujeto dividido.
Hay sin embargo diferencias fundamentales entre ambas posiciones. Para tratarlas será necesario adentrarse en algunos aspectos de la obra sadeana, en particular, en las características del fantasma que subyace a ellas tal como es analizado por Lacan. De ese análisis será posible arribar a la conclusión de que, más allá de la analogía formal entre las posiciones del verdugo sadeano y la del psicoanalista, la función de este último no se sostiene en ninguna “voluntad de goce” como la que organiza el fantasma sadeano, sino en lo que Lacan denomina “deseo del analista”.
La referencia al fantasma sadeano es fundamental entonces en la clínica psicoanalítica en tanto esta procura el pasaje del imperativo de goce –manifestado directamente en la perversión o cumplido en el síntoma en las neurosis- al posicionamiento del sujeto como sólo movilizado por el deseo.
PROGRAMA.
1. La obra de Sade y el goce
1.1. Ubicación histórica de Sade
1.2. Las tesis filosóficas de Sade
1.3. Comentario de La filosofía en el tocador
1.4. El fantasma sadeano según Lacan, sus esquemas
2. La dimensión ética de Sade
2.1. Sade como la verdad de la ética kantiana
2.2. El objeto sustraído de la ética kantiana
2.3. El objeto a en la obra de Sade.
2.4. Superyo e imperativo de goce en Kant y Sade.
3. Del fantasma sadeano al deseo del analista
3.1. La apatía sadeana
3.2. El fantasma sadeano, la voluntad de goce y el decirlo todo
3.3. La posición ética del psicoanalista: del goce al deseo
3.4. El “deseo puro” y el deseo del analista
